¿Sabías que…? El estrés, la fatiga, los problemas familiares y laborales pueden contribuir en la aparición de crisis de Ménière.
En este artículo hablaremos sobre la enfermedad de Ménière, sus síntomas, diagnóstico y posibles tratamientos para enfrentar dicha enfermedad.
Causas y síntomas de la enfermedad
La enfermedad de Ménière resulta de la acumulación de líquido en una porción del oído interno conocida como el laberinto. El laberinto contiene los órganos del equilibrio (los conductos semicirculares y los órganos otolíticos) y de la audición (la cóclea). Existen muchas teorías acerca de lo que ocurre para causar la enfermedad de Ménière, pero no hay respuestas definitivas. Algunos investigadores creen que la enfermedad de Ménière es el resultado de constricciones en los vasos sanguíneos de manera similar a las que causan las migrañas.
Entre los síntomas más comunes de la enfermedad podemos encontrar episodios recurrentes de vértigo, campanilleo en los oídos, sensación de taponamiento, náuseas, vómito y pérdida auditiva que aparece y desaparece, esta puede ser permanente a lo largo del tiempo.
Diagnóstico y tratamientos
Por lo general, la enfermedad de Ménière la diagnostica y trata un Otorrinolaringólogo, que es un médico que se especializa en trastornos del oído, nariz y garganta. Sin embargo, no existe una prueba definitiva o un síntoma único que un médico puede utilizar para hacer el diagnóstico. La enfermedad puede presentarse a cualquier edad, no obstante, es más probable que aparezca en adultos entre los 40 y 60 años. El Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación (NIDCD, por sus siglas en inglés) calcula que actualmente hay unas 615,000 personas diagnosticadas con la enfermedad de Ménière y que cada año se diagnostican 45,500 nuevos casos.
Los científicos calculan que 6 de cada 10 personas mejoran por sí solas o pueden controlar su vértigo con dieta, medicamentos o aparatos como audífonos. Sin embargo, un pequeño grupo de personas con la enfermedad de Ménière sólo logrará alivio mediante un procedimiento quirúrgico llamado Laberintectomía, con este procedimiento, el cirujano extrae la porción de equilibrio del oído interno, y así elimina tanto el equilibrio como la función auditiva del oído afectado. Este procedimiento se lleva a cabo solo si el paciente tiene pérdida total o casi total de la audición en el oído afectado, debido a que por lo general solo afecta uno de los oídos, aunque un 25% de los pacientes desarrollará enfermedad bilateral. Esta patología varía mucho según el paciente y en un mismo paciente en distintos períodos de su evolución.
Existen otro tipo de tratamientos como el uso de medicamentos (meclizina, diazepam, glicopirrolato, y lorazepam), pueden ayudar a aliviar los mareos y disminuir la duración del ataque; la restricción de sal y uso de diuréticos, ayudan a reducir los mareos y aminorar el volumen de líquido y la presión en el oído interno; evitar el consumo de tabaco, cafeína, chocolate y alcohol también ayudan a debilitar los síntomas; la terapia cognitiva ayuda a enfrentar mejor la naturaleza espontánea de los ataques y reducir la ansiedad; el tratamiento con pulsos de presión que actúan en el líquido endolinfático para evitar mareos o las inyecciones con corticosteroides a menudo ayudan a reducir los mareos y no tienen ningún riesgo de pérdida de audición.
Actualmente no existe una cura para la enfermedad de Ménière, las personas que la padecen deben lidiar con esta a lo largo de su vida. La sumatoria de los síntomas puede generar ansiedad en quienes la sufren y generalmente su calidad de vida puede verse disminuida; con una dieta equilibrada y diferentes terapias médicas se pueden mitigar sus efectos, en el 85% de los casos y aunque no es frecuente, si la pérdida auditiva es profunda o total, también se pude recurrir a los implantes cocleares.
Prosper Ménière, médico francés, fue el primero en relacionar con el oído interno los síntomas vertiginosos en 1861. Él desmontó la hipótesis aceptada de que el vértigo era una forma de apoplejía cerebral o epilepsia y describió la triada de esta enfermedad caracterizada por vértigo, acúfenos e hipoacusia. Murió en 1862 y 10 años después se empezó a usar el nombre de enfermedad de Ménière.