Juguetes no juguetes

Es posible que tú y yo, en muchas ocasiones hayamos observado con curiosidad cómo un niño/a, la mayoría de veces menor de 4 años, abre con ansias su regalo, uno súper prometedor. Nuestros ojos siguen con detalle y expectativa la revelación, el momento más esperado: que descubra el misterioso juguete. Para nuestra sorpresa, en ocasiones lo que pasa, es que deja el ansiado juguete (de quien lo compró), a un lado, prefiriendo la caja que contenía dicho regalo.  

Tal vez te preguntes por qué sucede esto, y puedo decirte que es señal de un adecuado desarrollo del lenguaje comprensivo, porque da cuenta de la capacidad de imaginación del niño/a, y lo que, para nosotros como adultos, es una simple caja, para la mente creativa de un niño/a tiene funciones ilimitadas y puede estar situada en espacios fantásticos. Estas habilidades pueden ser aprovechadas y traducirse en un buen desempeño lingüístico y comunicativo oral, lo que incluye: incremento del vocabulario y de la comprensión del entorno, mayor precisión en la articulación del habla y mejor organización de palabras dentro de las oraciones.   

A continuación, te comparto algunos ejemplos de objetos cotidianos que tienes en tu casa, que se pueden convertir en los juguetes y escenarios más divertidos, y como la imaginación no tiene límites, estoy segura que identificarás más opciones en la cotidianidad de tu hogar.  

Imaginación sin límites 

Las cajas de cartón son ideales para fomentar el juego simbólico, el cual se caracteriza por la utilización de la capacidad mental para crear situaciones y espacios más allá de la realidad. Son muy económicas, de hecho, vienen incluidas junto con artículos que compramos. Su material es cálido y fácil de pintar o cortar. En la mente de un niño/a una caja puede ser una cueva donde puede esconderse en medio de la selva al acercarse la noche, o convertirse en un enorme barco en medio del mar, también puede ser un cohete que ya emprendió su viaje a otro planeta: ¡Hola Saturno, allá voy! 

Diversidad de estímulos, todos en el mismo lugar 

 La cocina es uno de los lugares más maravillosos de la casa, en ella convergen muchos estímulos que incluso, traen a la memoria momentos felices. Allí disfrutamos de aromas, texturas, sabores y sonidos muy variados, dignos de experimentar y exponer a los niños ampliamente. Ahora bien, es importante mencionar que hay algunos elementos o situaciones que pueden resultar peligrosos en la cocina para los niños/as, como los utensilios elaborados en vidrio, los que tienen bordes filosos o las superficies calientes, pero hay otros que podemos utilizar para jugar, como los recipientes plásticos (vasos y platos), las ollas, las tapas de las ollas y los cubiertos de madera, pueden ser aprovechados para la estimulación auditiva.  

Por ejemplo, si tu hijo/a disfruta golpeando ollas, tapas y cubiertos, no te desesperes, aprovecha dicho interés para hacer ejercicios de detección de sonido, en tanto esté produciendo el ruido, dile: “Sí escucho, hay mucho ruido” y cuando haya silencio exprésale: “Nada, ya no escucho nada”, después dale la oportunidad de escuchar, mientras tú generas el sonido.  

Puedes variar el ejercicio enseñándole a que tenga atención auditiva y respuestas condicionadas, las cuales son muy útiles en las pruebas como audiometrías tonales que con regularidad le hacen a tu hijo/a, enséñale a ponerse cerca de su oreja una ficha, una cuchara o tapa pequeña, la cual debe soltar en un recipiente cada vez que escuche que aplaudes, golpeas una olla o dices su nombre. Cuando lo tenga claro puedes prescindir del apoyo visual y de esta manera te aseguras que solo está respondiendo por audición.  

Construyendo fortalezas y refugios 

Podemos recrear lugares acogedores, que brinden la sensación de calidez y seguridad utilizando cobijas, sábanas, manteles, almohadas o mesas, estos pueden ser transformados en castillos, fortalezas y campamentos. También pueden hacer de teatrinos y hasta de hermosos trajes de la realeza. Qué tal si los convertimos en el mar, visualiza las sábanas y las cobijas con ondas o pliegues que representen las inmensas olas, y cojines sobre ellas que se conviertan en la única posibilidad de permanecer a salvo de los tiburones: – ¡Oh veo un tiburón, allá! – ¡No, yo veo tres! 

Dando vida a objetos inanimados 

 Las batallas y aventuras no estarían completas sin caballos ultra rápidos y dragones o dinosaurios a quienes derrotar, las escobas, sillas o incluso armarios pueden convertirse en nuestros oponentes. Puedes preguntar a tu hijo/a qué está haciendo o qué está viendo para que le des continuidad a su juego, es precisamente ahí, cuando cobra aún más interés la ampliación lingüística, la validación del juego de tu hijo/a: ¡Oh no, ya viene el dragón por nosotros, escapemos en nuestros caballos y huyamos a nuestro castillo, corre! -Shhh, shhh, haz silencio, ¿puedes verlo? mira cómo nos busca, es muy grande y verde. Solo hay que desinhibirse y dar lugar a la imaginación.  

Los niños/as aprenden jugando, y cuando sus padres o cuidadores principales se involucran en sus juegos de forma activa crean vínculos afectivos imborrables, no olvides que un día fuiste niño/a, piensa en las lindas experiencias que tuviste o en las que te hubiese gustado vivir.  

 

Nineyi Molina Barrientos- Fonoaudióloga Fundación Óyeme

Edición: Mariana Bohórquez Uribe- Comunicadora- Fundación Óyeme

Ilustración: Nineyi Molina Barrientos – Santiago Acevedo Carmona ( Practicante de Diseño Multimedia Fundación Óyeme)