La llegada de un bebé con discapacidad auditiva produce sentimientos encontrados, como lo son la infelicidad, la agresividad, la negación y hasta el shock. Inclusive existen madres que se niegan al chequeo médico para detectar la discapacidad en estado prenatal, puesto que, para ellas es difícil aceptar que tal realidad puede recaer sobre ellas y su familia.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental es «un estado de bienestar en el que el individuo se da cuenta de sus propias habilidades, puede hacer frente al estrés normal de la vida, puede trabajar de manera productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
En las familias oyentes cuando llega un hijo/a con discapacidad auditiva inmediatamente el impacto que genera el diagnóstico es de culpabilidad y miedo sumado a la incertidumbre acerca del futuro de su hijo/a y las repercusiones que va a tener esta limitación comunicativa en la vida de este/a y de la familia; la falta de información y preparación envuelven a todos los miembros, especialmente a la madre, quien es la que desarrolla directamente vínculos afectivos con el bebé, temores al no saber cómo comunicarse con él, o como va a ser su futuro, generándole un desequilibrio o desajuste emocional. Además, el hecho de no contar con la información y el acompañamiento adecuado puede generar sentimientos negativos en las madres como infravalorar sus capacidades como cuidadoras y a desarrollar trastornos emocionales.
Ha sido demostrado que las madres con hijo/as en condición de discapacidad experimentan mayor grado de ansiedad, estrés o depresión que los padres con hijos/as en la misma condición (Beckman, 1991) pues se ha notado que estas madres presentan un aumento en la ansiedad, con referencia a la discapacidad visual, auditiva, cognitiva/intelectual o física de su(s)hijo/a(s) (Hastings y Brown, 2002). De igual forma, se ha demostrado que son más introvertidas, frustradas, hipersensibles y temperamentales (Piven et al., 1991).
“Frente a la realidad de una madre que se enfrenta a la pérdida auditiva de uno de sus hijos, estas pueden llegar a experimentar cuadros de ansiedad generalizada y algunos episodios de depresión, hay una marcada sensación de frustración y la pregunta por el ¿Por qué? es la que más emerge en su proceso de duelo. De hecho, ellas vivencian un proceso de duelo frente a la aceptación de la condición auditiva de sus hijos y todo lo que esto implica en la construcción del proyecto de vida como familia”, menciona, Luisa Fernanda Peláez Sierra, psicóloga de la Fundación Óyeme.
Lo primero que le sucede a la madre es la necesidad de saber por qué, qué causó la pérdida auditiva, se siente culpable por la sordera de su hijo/a, por eso la necesidad de conocer las razones. Esto detona sentimientos y emociones difusas, entra en un choque emocional que le causa cierto congelamiento de sus acciones y decisiones, asumiendo una actitud de ocultamiento de la realidad, que, a la par con los conocimientos mínimos que ella tenía previamente respecto a la pérdida auditiva y algunas creencias erradas acerca de esta, la llevan a actuar de una manera desesperada con la condición que presenta su hijo/a. La madre se aísla, se irrita, llora, presenta ansiedad, falta de confianza, desamparo, incertidumbre y deja de lado a los otros miembros del grupo familiar.
Actualmente la pandemia ocasionada por el Coronavirus ha generado una sobrecarga de actividades en las madres, el acompañamiento escolar que los chicos demandan, los quehaceres cotidianos de la casa sumados a los compromisos laborales han incrementado significativamente los episodios de estrés, ansiedad y depresión, explica Luisa Fernanda Peláez, psicóloga de la Fundación Óyeme.
En las madres existen dos formas emocionales para asumir esta realidad. La primera es de sobreprotección total, al punto de suplir hasta las necesidades más básicas de su hijo/a, y la segunda es de indiferencia involuntaria ante este hecho, la envuelve la desesperanza al considerar que no hay solución a esta situación.
Se ha considerado prioritario que desde el mismo momento de conocer el diagnóstico las madres reciban acompañamiento psicológico para superar las etapas del duelo, evitando trastornos emocionales mayores a futuro que interfieran en su salud mental y llegue a sobreponerse a esos sentimientos de frustración siendo soporte en la habilitación/ rehabilitación de su hijo/a.
Lo importante es mantener una actitud resiliente y positiva en donde las mamás sean conscientes que todas las personas tienen limitaciones, que no lo pueden controlar todo, que deben pedir y aceptar ayuda, que deben aprender a manejar de manera óptima su tiempo y sobre todo deben contar con una buena red de apoyo que las haga sentir que no están solas.
“Las mamás deben entender que ellas también son importantes y que necesitan tiempo para ellas, que son sujetos e individuos de derechos, capaces de pensar en ellas y en acompañar a sus hijos/as ayudándolos a forjar un carácter independiente; las mamás necesitan sacar tiempo para realizar deporte, para hacer actividades que ellas disfruten, para el ocio, para la socialización, confirma Luisa Fernanda Peláez Sierra, psicóloga de la Fundación Óyeme.
Las madres y las familias deben ver a sus hijos en condición de discapacidad auditiva como individuos desde la habilidad y no desde la carencia, deben acompañarlos a desarrollar sus habilidades comunicativas, sociales, cognitivas y así cambiar esas creencias irracionales donde la discapacidad es el no poder hacer y transformar la mirar de sus hijos como sujetos capaces de construir y tener un proyecto de vida propio.
No hay que fingir que todo está bien cuando no lo está, es importante que las madres muestren cómo se sienten, de lo contrario, no recibirán el apoyo que necesitan.
Fuentes de información:
Lydia Amparo Vanegas Pérez- fonoaudióloga
Luz Stella Rojas Toro-audióloga
Mariana Bohórquez Uribe –comunicadora
Luisa Fernanda Peláez Sierra-psicóloga